LOS LATIDOS DEL RETO (III)

Ya tenemos el cetro. Los rayos de sol nos abandonan al dejar atrás París. A rodar, de noche. En la comitiva todo está organizado. La furgoneta va en todo momento tras Ziortza y Julián. Seguridad y apoyo. Comunicación constante por el pinganillo. Alimento y bebida son las peticiones más habituales. De cara a la noche se suma ropa de abrigo. La temperatura desciende y hay que protegerse del frío.
La caravana viaja por delante, y en base al planning de paradas, busca el mejor espacio para desarrollar esas labores de asistencia. Desde preparar la comida para toda la expedición hasta extender la camilla por si Ziortza y Julián requieren de una sesión de masaje, o tomarse un breve respiro en el interior.
Comunicación va en el tercer vehículo, tomando imágenes, grabando vídeos… y actuando de comodín. Como cuando surge alguna compra inesperada y hay que resolver rápido. Por ejemplo, que nos quedamos sin hielos, pues se consiguen en una hamburguesería poco antes de que cierren el establecimiento, a la 1 de la madrugada, en un polígono a las afueras de un lugar, para nosotros, anónimo.
Las verdaderas adversidades irán surgiendo a lo largo del camino. Un viento en contra notable. Alternancia, a veces desesperante, de lluvia y calor. Chaparrón y cielo abierto. Para cuando acaban de cerrarse el chubasquero se lo tienen que quitar. Más obstáculos, como carreteras que el día del reconocimiento estaban abiertas pero que el día ‘X’ están cerradas por obras. Casualidad. A buscar un camino alternativo. Más kilómetros, una ascensión inesperada… Y todo a contra-reloj, claro. Nos esperan en Euskadi. Tic-tac, tic-tac. El equipo muestra mucha agilidad y experiencia. Las sensaciones son de lo más variadas, pero destaca la resiliencia del grupo.
La segunda noche del reto es muy exigente, se acumula el esfuerzo titánico, el escaso descanso, la tensión que provocan los pasos horarios… La llegada a Euskadi revitaliza. Aún restan más de 210 kilómetros, los más exigentes por el desnivel que acumulan (hay que subir hasta Vitoria-Gasteiz) y porque en las piernas ya pesan los más de 800 kilómetros recorridos, pero el efecto de estar en casa es increíble. No dejarán de escoltarnos Ertzaintza y policías municipales. De vez en cuando, sirenas que nos dibujan sonrisas en el rostro. Aplausos en la carretera, en los municipios, cicloturistas que saludan, coches que tocan su claxon… Tras ser recibidos por los alcaldes de las tres capitales, los diputados generales de los tres territorios y cientos de aficionados y aficionadas al ciclismo en Donostia/San Sebastián, Vitoria-Gasteiz y Amorebieta-Etxano, el trofeo está en Bilbao a las 21:00 horas. ¡En menos de 48 horas, increíble!
Más allá de la gesta realizada, respetando siempre el espíritu y nobleza deportiva, y del carácter histórico de este traslado, subrayar el ejemplo de dos personas y un objetivo común, adaptándose a las características de cada cual y a las circunstancias que fueron surgiendo, junto al compromiso del grupo, para alcanzar la meta de la mano. Zorionak!
Conoce la historia del reto por dentro. C’est fini.
Autor: Jesus Aizcorbe, miembro del Equipo de Comunicación del Grand Départ y integrante de la expedición.